¿Qué es un Virus?
Un virus es una macromolécula orgánica compuesta de dos tipos de moléculas ensambladas: una proteína, que encapsula una sección (o cadena de genes) de ácido nucleico (ADN o ARN).
Algunas clases de virus tienen además una capsula de grasa que los mantiene viables en el ambiente fuera de las células, pero los hace susceptibles a jabones y alcoholes. La descripción de los virus se inició hace 136 años con el invento de filtros de aislamiento. El primero en ser aislado y estudiado fue el virus de las hojas del tabaco.
Actualmente hay unos 5.000 virus descritos y millones sin describir y no se sabe cuál es su origen evolutivo. Podrían ser fragmentos sueltos y erráticos de ácido nucleico que pasan de una célula a otra. Tienen un tamaño promedio cien veces menor que el de las bacterias (250 nanómetros o millonésimas de mm) por lo que solo son visibles con el microscopio electrónico.
No son seres vivos, puesto que no nacen, no crecen, no metabolizan, no se reproducen, no mueren. Son parásitos obligados de las células, sean estas bacterias, protistas, hongos, vegetales o animales, porque utilizan el sistema de replicación genética y de síntesis de proteínas de estas para multiplicarse.
Por ejemplo, los virus que entran en contacto con las membranas de células expuestas como las epiteliales (o de recubrimiento) de ojos, mucosas o intestino, inyectan a través de sus poros su ácido nucleico.
En este caso la capsula proteica del virus se pierde, pero el ácido nucleico inyectado a la célula se integra a su material genético, sin que la célula lo reconozca como extraño. Puesto que las células epiteliales mueren y se recambian continuamente, replican su ácido nucleico durante la interfase, incluyendo la sección de ácido nucleico viral.
Genes de este ácido restauran la cápsula proteica del virus dentro de la célula huésped, utilizando los ribosomas de síntesis proteica de la célula, de tal manera que el virus vuelve a estar completo y replicado, lo que lo convierte en un patógeno, listo para infectar más células, haciéndose cada vez más infeccioso.
Mientras esto ocurre, la presencia del patógeno estimula a los linfocitos a producir anticuerpos que se adhieren a la cápsula proteica viral, impidiéndole entrar a más células.
Si la proteína viral ya había causado infección, el tiempo de neutralización del virus es breve. Es decir que los virus que no mutan o no cambian la estructura de su capsula, están llamados a desaparecer. Pero si la cápsula viral es nueva o mutada, el tiempo de su reconocimiento y producción del anticuerpo nuevo y específico es mayor. Es decir que los virus que mutan son los que causan nuevas afecciones virales.
Durante este período infeccioso, los virus causan debilidad, fiebre combinada con escalofríos, tos u otros síntomas. Si el organismo afectado se aísla, descansa, se hidrata, se relaja, mantiene buena alimentación y asepsia, puede dar tiempo a la fabricación de anticuerpos que bloqueen al virus.
Pero si tiene factores de riesgo como órganos y sistemas debilitados por falta de ejercicio, exposición a ambientes tóxicos, estrés (principalmente el expresado como miedo), sueño insuficiente, alimentación inadecuada, por ejemplo, carente de vitamina C (presente en frutas y verduras), o deshidratación, puede pasar más tiempo enfermo o morir antes de que las células terminen de construir los anticuerpos. Los virus también son susceptibles a altas temperaturas como fiebre, ingesta de líquidos calientes, duchas con agua cliente o exposición a ambientes soleados y secos.
Los virus conocidos son susceptibles a vacunas, o preparaciones bioquímicas que ayudan a adquirir inmunidad, estimulando la generación de anticuerpos.
Para los virus mutados, nuevos, extraños y desconocidos, la preparación de una vacuna toma tiempo.
Mutan más los virus de ARN como los de la influenza y los del VIH.
Mutan menos los virus de ADN como el parvovirus canino.
Puede ocurrir que a un organismo animal entren dos o más virus cuyo material genético se combina dentro de la célula huésped. El resultado es un nuevo virus.
Los criaderos y la manipulación de animales confinados y en altas densidades, facilitan la transmisión de estos nuevos virus a las personas que los manejan. También la reducción sistemática de la biodiversidad.
Por lo tanto, el vegetarianismo y el veganismo podrían contribuir a disminuir la proliferación y tamaño de esos sitios de origen viral y la tala frenética de bosques para convertirlos en pasturas y satisfacer el consumo creciente de carne y lácteos.
Las plantas también pueden verse afectadas por virus, pero hasta donde se sabe, aunque se consuman infectadas, no se transmiten a los animales.
Los virus se propagan de diferentes maneras. Por ejemplo, los de las plantas, son esparcidos por insectos y otros vectores; los de animales, por chupadores de sangre y por contacto; los de la gripa, por el aire, al estornudar o toser; la norovirus por fecales presentes en ambientes contaminados; el VIH por contacto, etc.
Los contagios virales se facilitan donde hay altas concentraciones poblacionales, como las grandes urbes modernas, terminales de pasajeros y demás lugares de concentración masiva de personas.
Vivimos la era de la globalización tecnológica, cultural, económica, social, política y... de las epidemias. El aumento de densidad poblacional nos enfrenta a un enemigo común: las pandemias virales.
Por lo tanto, las fuerzas armadas del mundo, en asocio con los científicos y laboratorios, deberán incrementar porcentajes crecientes de su preparación y tecnología, a la prevención, conocimiento y control de esas pandemias. Un ejemplo de prevención sería restringir proyectos de producción ganadera y monocultivos que disminuyan la biodiversidad que nos protege de pandemias.
Muchas personas no saben qué es un virus. Hacer viral este conocimiento, podría ser una contribución a la defensa global antiviral.
VIDEO RESUMEN DE QUÉ ES UN VIRUS
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